domingo, 11 de agosto de 2013

11/08/2013

Una de esas tardes de charla ligera, en la que unos temas degeneran inevitablemente en otros, hasta que alguien acaba preguntándome qué es lo primero en lo que me fijo al conocer a una persona. Respondo que en los ojos y todos me miran con extrañeza, como si hubiera dicho cualquier barbaridad fuera de lugar, mientras yo pienso que es lo más cierto que ha salido por mi boca. Me preguntan por qué, pero la explicación es tan larga y complicada que prefiero reírme y decir "no sé, porque sí" antes que empezar a desvariar sobre temas que probablemente la mayoría de los allí presentes no iban a entender.

Me fijo en los ojos porque en este mundo de falsedad y máscaras en el que vivimos, los ojos son una de las pocas cosas transparentes que nos quedan. Porque las cicatrices más profundas no están ni en la piel ni en el alma, sino en la mirada.

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